Después del cole, en la calle, muchas tardes jugábamos al Churro.
Cuando te tocaba parar, la posición de la pared era la mejor. Aguantabas la cabeza de tu compañero y podías ver como se lanzaban los del otro equipo. El primero salía corriendo desde diez metros y cuando llegaban a donde estaba el último agachado, pegaban un salto y si era de los buenos, podía llegar hasta el primero, casi, casi a donde estaba yo.
Después salían los demás y cuando todos estaban montados sobre las espaldas de los míos, comenzaba....
Churro, mediamanga, mangotero... adivina lo que tengo en el puchero!!!!
Entonces uno de los de enmedio gritaba:
-Contesta ya!! que me hundo!!!!
Y si la cabeza que yo aguantaba, decía la respuesta buena, nos tocaba saltar a nosotros. Pero si no lo adivinaba o alguno se hundía, nos tocaba parar otra vez....
Que bien lo pasábamos....
Que bien lo pasábamos....
Todo iba bien, mientras no se me ocurriera chivarle con las manos a mi amigo la respuesta, y alguno del otro equipo se diera cuenta de la trampa...
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