miércoles, 30 de noviembre de 2016

La Calle



Yo no era mucho de salir los fines de semana, pero recuerdo haber estado en La Calle.


Foto de Yago Vato


Cuando ibas a La Calle no entrabas, salías. 

Al cruzar la puerta del pub pisabas el suelo asfaltado, había bordillos, las mesas estaban en la acera y al otro lado la barra. La música lo inundaba todo y el buen ambiente invitaba a quedarse. 

Tampoco era de beber alcohol, me pedía un refresco, me sentaba con las amigas en una mesa, y nos poníamos a charlar con la boca.

Recuerdo la cabina del teléfono.... un gran símbolo para los de nuestra época...



Foto de Yago Vato


Por aquel entonces (años 80) no había móviles, ni Internet, ni redes sociales, ni Whatsapp... 

Si querías mantener una conversación con tranquilidad con alguien, sin que tus padres, hermanos o abuelos tuvieran la oreja puesta, tenías que salir a la calle con un puñado de monedas de duro y cinco duros y buscar una cabina para poder hablar sin espías... 662... 


Estaría bien tener ahora un bar musical así... Mientras tanto, me conformo con pertenecer al grupo Facebook. Si tú también quieres recordar viejos tiempos en este bar musical únete aquí






martes, 6 de septiembre de 2016

Don Ignacio

En la vida de cada uno, siempre hay un profesor o profesora que destaca en tu memoria sobre los demás, dejándote una huella más profunda que la del resto. Cuando pasa el tiempo y echas la vista atrás, te das cuenta que aquella persona realmente influyó en ti de una forma especial.

En mi caso, hubieron varios, pero me gustaría destacar a Don Ignacio.

Don Ignacio era uno de mis profesores en 7º y 8º de EGB en el colegio Juan Salamero. Sin él nunca hubiese aprendido a escribir correctamente. Él me enseñó ortografía y gramática. Y sobre todo, me enseñó a pensar.

Aún recuerdo en la pizarra su esquema para que aprendiéramos los tiempos verbales. Dibujaba la linea del tiempo, hacia un cuadradillo para indicar cuando se desarrollaba la acción y una flecha para indicar el punto temporal en el que se encontraba el sujeto de la acción. Así entendí el presente, el futuro, el pasado imperfecto, el pasado perfecto, y el pluscuamperfecto. Él si que era un profesor pluscuamperfecto. Más que perfecto. No hay nada como tener verdadera vocación de enseñar. A pesar de que a la mayoría de la clase las explicaciones de Don Ignacio les repampinflaba (dudo que esta palabra exista en el diccionario), él no dejaba de esforzarse por conseguir que algo quedara en nuestras mentes.

Recuerdo que además de lengua, hacíamos una asignatura con él muy divertida: juegos lógicos. Teníamos una libreta que aún conservo. Es uno de mis grandes tesoros.



A mis 13 años, yo tenía la impresión de que simplemente hacíamos pasatiempos.  Eran acertijos series... y con ellos trabajábamos sin saberlo la comprensión lectora, organización, lógica... Y también a pensar de forma crítica, entendiendo que no todo es lo que parece...
Ahora, después de más de 30 años, cuando la hojeo, entiendo que fue una de las mejores asignaturas que pude recibir.









Gracias Don Ignacio!!!

viernes, 26 de agosto de 2016

Tardes de verano en el Tutan

Llegó este recuerdo por correo electrónico. Es de una gavanense que disfrutaba, allá por los 90, de las tardes de verano en el Tutan ¿te suena?

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Recuerdo los meses de verano. Yo iba a la sesión de tarde. Mis padres no me dejaban salir aún de noche, así que iba de 17h a 21h. Mis amigos eran un par de años mas jóvenes que yo, y a ellos, en principio, la discoteca no les permitia entrar a la sesión de noche. Aunque sé de gente que con 14, 15 años hacían la vista gorda. En fin.... que íbamos por las tardes.

A eso de las 16h quedaba con algún amigo/a que vivía cerca para bajar andando hasta la parada del autobús. Desde Can Tintoré, toda la rambla abajo hasta la carretera de Santa Creu. Hay que imaginarse los zapatones que se llevaban en esa época y el flequillo tipo toldo con medio bote de laca encima! Monísima, vamos! 500 pelas en el bolsillo y el DNI. No existían los móviles. Una cosa menos en el bolsillo.

No recuerdo bien... Creo que el bus de ida salía uno a las 16:30 y otro a las 17h... Y creo que era gratis en el viaje de ida y 125 pesetas el viaje de vuelta a Gavà... Creo.... Ah! Y el último bus de vuelta partía a las 21h. Si lo perdías, te tocaba volver andando. Bueno, también había a quien los venía a buscar sus padres, o no sé quien, pero a mí personalmente no.

Los sábados, la entrada a la discoteca, era gratis, y el domingo había que pagar, y te entraba una consumición. Yo, kiwi con piña, o lima limón, o cacaolat, o agua. Nada con alcohol... Pero me lo pasaba muy bien sin él, no me hacía falta.

Volviendo al bus: Recuerdo que iba repleto. Ya venia recogiendo gente de otras poblaciones y, con los de Gavà, se ponía a tope. Y aún le quedaba coger gente en Castelldefels... Pocos eran. Supongo que, por cercanía, no utilizaban tanto ese transporte para ir hasta allí.

Pues bien. El pobre autobús, como digo, iba a reventar de gente, dudo que cumpliera el aforo permitido. No cabía ni un alfiler. A nadie le importaba, claro, era gratis. Viejo, viejo. Reventado, vamos! Y allí íbamos todos animados y asados de calor, en pleno verano, a las cuatro y media de la tarde, con el run run del motor y rezando para que no se parase en mitad de una cuesta. El conductor tenia que reducir de marcha y pegarle un acelerón, y todos aguantábamos la respiración, como intentando ayudar al destartalado transporte. Y al fin, cuando pasaba ese tramo, todos volvíamos a charlar animadamente. Era un alivio llegar al tutan sanos y salvos!
Ya en la puerta, buscabas a los colegas con la mirada. Algunos venían más tarde, otros ya entraban. Era un poco rutina. El mismo rincón dentro de la discoteca, los mismos de siempre, dar una vuelta a la pista de arriba, volver a la pista de abajo para ver quien había llegado... Poco a poco se iba llenando de gente y la música cada vez era mas animada. Te pedías la bebida, y a bailar. A hacer el tonto, vamos! La pista de abajo era mas de música máquina y la de arriba mas de pachangueo, y a ratos lentas. Podías escoger. Yo me pasaba mas rato abajo, y subía de vez en cuando, para estar también con los amigos que escogían esa pista.

Hacía calor, y era una pasada el humo de tabaco que llegábamos a respirar. Y luego la ropa apestaba...

Algunos fines de semana programaban la fiesta de la espuma. Casi nunca asistía en esas ocasiones. No me gustaba acabar empapada de arriba a abajo, y menos habiendo estado rato arreglándome.
En invierno también hacía calor dentro, como es normal, así que te tocaba ponerte algo fino y una buena chaqueta, que dejabas en el guardarropía. Otro gasto! Con lo pobretona que era! Pero ese era un gasto necesario!

Y poco más puedo explicar. Que me lo pasaba muy bien. Que nos daban pases gratis en la parada, y cada semana eran de un color, aun tengo unos cuantos guardados.





Autora: Una Gavanense
Edición: Recuerdos de Gavà



Y si tú también quieres compartir tus recuerdos, escribe a recuerdosdegava@gmail.com.
Estaré encantada de publicarlos. Lo puedes hacer de forma anónima o no. Como tú prefieras.

sábado, 30 de julio de 2016

Tercer aniversario





Cuando esto comenzó, pensaba que sería un amor de verano. Uno de esos amores intensos que parece que durarán toda la vida pero que terminan con las primeras lluvias de otoño. Me equivoqué. Recuerdos de Gavà es ya, un bonito noviazgo.

El flechazo fue tal día como hoy, 30 del de julio de 2013.

Hoy celebramos nuestro tercer aniversario ;)

¡¡Felicidades a tod@s!!!!

Tres años de recuerdos unidos a tantos y tantos otros más, acumulados en nuestro pensamiento, que como burbujas van surgiendo de nuestras mentes para compartir e ir construyendo nuestra historia común, la historia humana de Gavá.

Cuando comenzó esto, pensaba que mis recuerdos eran sólo míos, pero a los pocos días ya me di cuenta que en realidad nuestros recuerdos son sólo nuestros.

Y aunque l@s gavanenses ya no vivamos tod@s en Gavá, esos recuerdos que mantenemos en común hacen que una parte de nosotros, siempre habite en esta maravillosa ciudad.


¡¡¡FELIZ ANIVERSARIO!!!





miércoles, 27 de julio de 2016

El Martes

Llevo mucho tiempo fuera de mi ciudad, y no sé si sigue siendo así... Cuando yo vivía allí, el mercadillo semanal tenía nombre propio. Su nombre era: El Martes.

No se decía, voy al mercadillo a comprarme ropa. Se decía: Voy al martes. O bien... esta semana no ponen el Martes porque llueve. O... ponen El Martes en otro sitio porque en la Plaza Cataluña está la feria de San Pedro...

En El Martes, podías comprar sobre todo, ropa a buen precio. Los de los puestos gritaban:

-Las tengo baratas, María!!! 3 pares cien pesetas!!!

La frase la escuchabas de lejos y luego iba subiendo de volumen hasta que pasando por el lado entraba taladrando en tu oído para después descender de volumen según te ibas alejando.

En los montones de ropa de los puestos, la señora con el niño cogido de su falda removía las prendas. La suya siempre estaba debajo de todas. Tiraba de ella y después de mirarla al sol, sonreía con la ilusión de haber encontrado la mejor oferta.

-!Me la llevo!- decía la mujer dándosela al gitano para que se la cobrara.

Con la bolsa de plástico en la mano, con su falda dentro, arrastrando el carro de la compra y el niño cogido en la otra mano, desaparecía entre la multitud, mientras sonreía por la alegría de tener algo que estrenar al día siguiente.


Y... si el martes no podías ir al Martes, tenías otra oportunidad el miércoles. Porque el miércoles ponían el Miércoles en Viladecans....


Foto de Francesc Cabo Miralles

sábado, 2 de abril de 2016

Can Sellarés

El ir a los columpios de Can Sellarés era, en nuestra época, poco menos que visitar un parque temático. En una época sin ordenadores, ni Internet, ni móviles, ni tablets, ni..., los parques era el mejor modo de pasar nuestro tiempo.

Recuerdo la llegada al parque. Era verano y las chanclas de goma de color carne que solíamos llevar, se llenaban con las chinas del suelo.

-¡Vamos al tobogán!

Subía la escalera, con las manos y los pies, y llegaba a lo más alto. Desde allí sentía el poder de haber conquistado el universo. Me quedaba unos segundos, observando el parque y veía el campo de fútbol detrás de la reja que subía desde el suelo hasta el cielo. Alzaba un poco más la vista y veía las copas de los pinos que con su sombra refrescaban un poco el ambiente... Cerraba los ojos y las chicharras me decían que estábamos de vacaciones.


Foto:MariCarmen Costa Lafuente
No sé a vosotros, pero a mí me encantaba el columpio en forma de barca que había en un lateral. Se podían montar dos, uno enfrente del otro. La simbiosis era necesaria. Uno empujaba hacia adelante, el otro hacia atrás, y pronto comenzaba el balanceo.

-¿Nos bajamos ya?

Foto:MariCarmen Costa Lafuente
Después íbamos a las bicis. Estaban en círculo. En este caso, lo importante era el trabajo en equipo. Todos sabíamos qué teníamos que hacer y comenzábamos a pedalear. Así comenzaba el viaje que nos llevaba hacia un nuestro destino:  

¡¡¡LA DIVERSIÓN !!!