En la vida de cada uno, siempre hay un profesor o profesora que destaca en tu memoria sobre los demás, dejándote una huella más profunda que la del resto. Cuando pasa el tiempo y echas la vista atrás, te das cuenta que aquella persona realmente influyó en ti de una forma especial.
En mi caso, hubieron varios, pero me gustaría destacar a Don Ignacio.
Don Ignacio era uno de mis profesores en 7º y 8º de EGB en el colegio Juan Salamero. Sin él nunca hubiese aprendido a escribir correctamente. Él me enseñó ortografía y gramática. Y sobre todo, me enseñó a pensar.
Aún recuerdo en la pizarra su esquema para que aprendiéramos los tiempos verbales. Dibujaba la linea del tiempo, hacia un cuadradillo para indicar cuando se desarrollaba la acción y una flecha para indicar el punto temporal en el que se encontraba el sujeto de la acción. Así entendí el presente, el futuro, el pasado imperfecto, el pasado perfecto, y el pluscuamperfecto. Él si que era un profesor pluscuamperfecto. Más que perfecto. No hay nada como tener verdadera vocación de enseñar. A pesar de que a la mayoría de la clase las explicaciones de Don Ignacio les repampinflaba (dudo que esta palabra exista en el diccionario), él no dejaba de esforzarse por conseguir que algo quedara en nuestras mentes.
Recuerdo que además de lengua, hacíamos una asignatura con él muy divertida: juegos lógicos. Teníamos una libreta que aún conservo. Es uno de mis grandes tesoros.
A mis 13 años, yo tenía la impresión de que simplemente hacíamos pasatiempos. Eran acertijos series... y con ellos trabajábamos sin saberlo la comprensión lectora, organización, lógica... Y también a pensar de forma crítica, entendiendo que no todo es lo que parece...
Ahora, después de más de 30 años, cuando la hojeo, entiendo que fue una de las mejores asignaturas que pude recibir.
Gracias Don Ignacio!!!
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