En pleno julio, a eso de las 3 de la tarde, el aburrimiento llegaba. Hacía un rato que habíamos terminado de comer y en aquella paz chicharrosa, no se nos ocurría otra cosa a los niños de la calle que ir a tocar los ..... timbres de las casas para ver como, con voz adormilada, contestaban:
-Quien eeeesss....
Escondidos en el portal de al lado escuchábamos esa frase, e inmediatamente rompíamos en risas.
Risas que seguramente escuchaba a lo lejos el pobre vecino a quien habíamos interrumpido su siesta.
Risas que seguramente escuchaba a lo lejos el pobre vecino a quien habíamos interrumpido su siesta.
En el mejor de los casos, aquí se acababa. Y nos ibamos a otro portal a hacer lo mismo.
Pero una vez, no tuvimos tanta suerte. Tocamos el timbre y pasaron unos segundos eternos. Nadie contestaba. Estarán de vacaciones, pensamos. Pero... uno de nosotros gritó:
-!!!Que viene!!!!
Y todos salieron corriendo. Todos menos yo. No me dio tiempo a salir del portal y me encontré con un gigante delante de mí gritándome y amenázandome.
Pensé que había llegado mi hora ....
Pensé que había llegado mi hora ....
No hay comentarios:
Publicar un comentario