viernes, 3 de julio de 2015

A la hora de la siesta, tocando los...

Ya hacía unas semanas que acabó el cole. Pasó San Juan con sus hogueras y sus petardos. Y quedó atrás la fiesta mayor de San Pedro.

En pleno julio, a eso de las 3 de la tarde, el aburrimiento llegaba. Hacía un rato que habíamos terminado de comer y en aquella paz chicharrosa, no se nos ocurría otra cosa a los niños de la calle que ir a tocar los ..... timbres de las casas para ver como, con voz adormilada, contestaban: 

-Quien eeeesss....

Escondidos en el portal de al lado escuchábamos esa frase, e inmediatamente rompíamos en risas.

Risas que seguramente escuchaba a lo lejos el pobre vecino a quien habíamos interrumpido su siesta.

En el mejor de los casos, aquí se acababa. Y nos ibamos a otro portal a hacer lo mismo.

Pero una vez, no tuvimos tanta suerte. Tocamos el timbre y pasaron unos segundos eternos. Nadie contestaba. Estarán de vacaciones, pensamos. Pero... uno de nosotros gritó:

-!!!Que viene!!!!

Y todos salieron corriendo. Todos menos yo. No me dio tiempo a salir del portal y me encontré con un gigante delante de mí gritándome y amenázandome.

Pensé que había llegado mi hora ....

La verdad, a partir de ese día prefería jugar al bote....






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