jueves, 5 de mayo de 2022

Sangre contra...

Cuando era niña, pasábamos las tardes jugando en la calle. Enfrente de mi casa, era campo. Recuerdo que nos juntábamos a veces cuatro, a veces diez, niños y niñas. Dibujábamos un círculo grande en el suelo de tierra y lo dividíamos en tantas porciones como niños y niñas estuviéramos. A cada porción le asignábamos el nombre de un país.

Cada uno de nosotros poníamos un pie dentro de ese círculo, en la porción que nos había tocado. Quien tenía la pelota, decía:

-Sangre contra... y gritaba el nombre de un país. 

Quien tenía el sector con ese nombre, debía atrapar la pelota, volver al centro del círculo y gritar:

-¡¡SANGRE!!

Entonces todos los demás debían quedar inmóviles. El que tenía la pelota daba tres saltos largos hacia alguno de sus compañeros de juego y le lanzaba la pelota. Éste podía mover el cuerpo pero no los pies. El resto quedaban libres. 

Si el que lanzaba la pelota, le tocaba con ella, cogía el palo y marcaba parte de su terreno, quedándose con él. Si no le tocaba, o el otro la cogía, era él el quien podía invadir el terreno del primero.

Ganaba quien más terreno conseguía.

Los niños ya no juegan a ello. Pero los mayores, sí.

Y yo me pregunto ¿quién tira la pelota la primera vez?