Si la memoria no me falla, sería a principios de los años 80. Tal vez tenía 10 o 12 años. Yo salía de ca la Paquita de comprar el pan y al bajar el pollete de la entrada de la tienda, miré al suelo y en la acera ví un globo aplastado. No era un globo como los demás. Era transparente y muy alargado. También era más finito de lo que normalmente es un globo. En la punta tenía una forma más estrecha. Era un globo muy original. Lo probé soplando en su interior y pude comprobar que no estaba pinchado. Así que, me lo llevé a casa.
Cuando llegué a la cocina, dejé el pan sobre el mármol y me fui al lavadero con mi tesoro. Le puse agua y jabón y lo lavé por dentro y por fuera como si fuera un calcetín. Lo llené de agua y lo vacíe varias veces para que quedara bien limpio y después fui al patio donde estaban las cuerdas para tender la ropa y con una pinza lo sujeté para que se secara al sol. En muy poco rato, se secaría y ya podría jugar con él.No sé en qué parte de la casa estaba. Tal vez en el lavabo o en mi habitación, cuando oí a mi madre gritar:
-¡¡¡PERO QUIEN HA PUESTO ESO AHÍ!!!
Entendí rápidamente que se refería a mi globo y fui corriendo para decirle a mi madre, que era mío, que me lo había encontrado en la calle y lo habia lavado. Le quería decir también que lo había colgado para que se secara y poder inflarlo y jugar con él.
Pero cuando llegué al patio, ya no estaba mi globo. Estaba sólo la pinza con la que lo había tendido. Mi madre estaba enfadada y ya no me atreví ni a preguntar. Sólo podía pensar: Creo que no era un globo.
Y no. No era un globo. Aunque sí era de látex.