sábado, 2 de abril de 2016

Can Sellarés

El ir a los columpios de Can Sellarés era, en nuestra época, poco menos que visitar un parque temático. En una época sin ordenadores, ni Internet, ni móviles, ni tablets, ni..., los parques era el mejor modo de pasar nuestro tiempo.

Recuerdo la llegada al parque. Era verano y las chanclas de goma de color carne que solíamos llevar, se llenaban con las chinas del suelo.

-¡Vamos al tobogán!

Subía la escalera, con las manos y los pies, y llegaba a lo más alto. Desde allí sentía el poder de haber conquistado el universo. Me quedaba unos segundos, observando el parque y veía el campo de fútbol detrás de la reja que subía desde el suelo hasta el cielo. Alzaba un poco más la vista y veía las copas de los pinos que con su sombra refrescaban un poco el ambiente... Cerraba los ojos y las chicharras me decían que estábamos de vacaciones.


Foto:MariCarmen Costa Lafuente
No sé a vosotros, pero a mí me encantaba el columpio en forma de barca que había en un lateral. Se podían montar dos, uno enfrente del otro. La simbiosis era necesaria. Uno empujaba hacia adelante, el otro hacia atrás, y pronto comenzaba el balanceo.

-¿Nos bajamos ya?

Foto:MariCarmen Costa Lafuente
Después íbamos a las bicis. Estaban en círculo. En este caso, lo importante era el trabajo en equipo. Todos sabíamos qué teníamos que hacer y comenzábamos a pedalear. Así comenzaba el viaje que nos llevaba hacia un nuestro destino:  

¡¡¡LA DIVERSIÓN !!!