Pocos o ninguno somos los que cuando nos tumbamos a descansar, tenemos bajo nuestro cuerpo, un colchón de lana. Sin embargo, cuando éramos niños, lo normal era irte a dormir, sobre una superficie, a veces mullidita y blanda, a veces llena de bultos y dura como una piedra, pero siempre calentita, y con ese olor que nunca se olvida.
Foto de Sara Carmona Artés |
Foto de Sara Carmona Artés |
A finales de los 60 iba de casa en casa, arreglando los colchones de lana de sus vecinos. Con dificultad subía a la terraza. Primero descosía la funda y sacaba toda la lana, la ponía en el suelo para que se ventilara o bien esperaba a que la dueña la lavara. Una vez seca, le daba golpes con una vara y después volvía a rellenar la funda con la lana y la cosía de nuevo.
Era todo un profesional.
Era todo un profesional.
Fuente:
Juana Martos Jodar
Albert Contel Galobardes
Trini Lopez Guillen
Maria Fortuny Marin
Juan Cortés Ferre
Sara Carmona Artés
Edición: Recuerdos de Gavà